Ella tocaba el violín.

Recuerdo perfectamente que odiaba el verano. Todas las vacaciones las pasaba en la vieja y mugrienta casa del tío Freddic. Veranos enteros mirando a través de la ventana de mi habitación, (que no dudo que algún dia se me eche encima) bajo la atenta mirada de Schaid, mi pequeña zarigüella. Schaid es blanca, tan intensamente blanca como te la puedas imaginar, con una mancha negra en su ojo izquierdo; sus ojos color azabache intenso reflejan su inocente y tierna mirada, la cual no me hacía sentir solo. Porque los veranos en Dinamarca se podían considerar así, solitarios. Así que aquel día decidí salir a la playa con tal de no oler la humedad de la casa. Dichoso el día en que pensé semejante cosa, porque lo que encontré no tenía ni punto de comparación con un tesoro de la mar. Las sinfonías me condujeron a una pequeña casa en primera línea de la playa, color blanco descolorido, con un ventanal en la parte posterior.Y lo que vi tras asomarme al ventanal, me hizo sentir un breve pero intenso soplo de aire fresco en la médula. Cualquier sirena del mar del norte habría envidiado la belleza de esa chica. Su rizado y castaño cabello se resbalaba por sus hombros y espalda hasta llegar a la cintura, y su perfecto flequillo le rozaba los párpados rítmicamente al son de las melodías. Aquella piel me decía que provenía de por allí, y que se quedaría mas tiempo de lo que esperaba.  Sus ojos transmitían un profundo sentimiento melancólico, era tal, que parecía dar su corazón mientras tocaba el violín. 


(¿No lo he mencionado antes?) ella tocaba el violín.
Y esa fue la causa de permanecer (desde aquel día) todas las tardes apoyado en la fachada de la casa, bajo el ventanal (sin olvidarnos de Schaid) escuchando las melodías que ella tocaba para mí (aunque ella no lo supiera)Recuerdo perfectamente que odiaba el verano...hasta aquel día.

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